La Academia de España

La Academia de España en Roma se asienta en el complejo conventual de San Pietro in Montorio, ubicado en el lugar en que la tradición situaba el martirio del apóstol Pedro. Los vestigios más antiguos conservados en el solar de la Academia son algunos muros romanos construidos en opus reticulatum en la parte baja de la Academia, los restos de una cisterna en el claustro, así como un conjunto de capiteles romanos, si bien se desconoce el uso original de estas estructuras.

Primeras construcciones

No es hasta la primera mitad del siglo IX que tenemos la primera referencia al complejo en el Liber Pontificalis Ecclesiae Ravennatis, donde se denomina “monasterium beati Petri quod vocatur ad Ianuculum”. Este espacio fue ocupado consecutivamente por benedictinos, celestinos, ambrosianos y benedictinas, adoptando desde el siglo XIII la denominación de Mons Aureo, por el color ocre del terreno, que derivaría en Montorio.

El convento de Amadeo Menes da Silva

En 1472 Sixto IV della Rovere entregó el complejo a su confesor, y franciscano como él, Amadeo Menes da Silva para construir un nuevo monasterio de franciscanos reformados amadeítas, donación confirmada en 1481. Amadeo se instaló en el edificio existente, pasando mucho tiempo en el espacio en que supuestamente había sido crucificado San Pedro, cayendo en éxtasis frecuentes y escribiendo allí su Apocalypsis Nova. Fue también Amadeo quien inició la transformación del edificio ruinoso que se encontró en el gran complejo que hoy contemplamos. Tras una primera ayuda del rey de Francia Luis XI, consiguió el favor de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, que se convirtieron en los principales benefactores de la renovación de San Petro in Montorio. Parece ser que su implicación fue debida a la intercesión de Amadeo para que pudieran concebir un hijo varón, el príncipe Juan, nacido en Sevilla en 1478. Amadeo se había formado en la corte de Juan II, padre de la reina católica, y su hermana Beatriz había sido dama de corte de su madre, Isabel de Portugal, por lo que es muy probable que hubieran entablado amistad. La primera aportación la conocemos por la carta de Fernando de Aragón al padre Amadeo de 1480 en la que confirma “cumplir lo prometido” concediendo dos mil florines de oro de Aragón a pagar en tres años con fondos procedentes del reino de Sicilia. El encargado de la administración de estos fondos sería Bernardino López de Carvajal, futuro cardenal de Santa Cruz, personaje clave para entender la configuración del complejo de San Petro in Montorio.

El claustro de Clemente Dolera

La Academia se articula entorno al conocido como segundo claustro o claustro norte. Algunos restos arquitectónicos apuntan a que paralelamente a la construcción de la iglesia en el último cuarto del siglo XV se trabajó también en esta zona, si bien la configuración actual del primer nivel se debe al cardenal Clemente Dolera da Moneglia durante su mandato como general de la Orden Franciscana entre 1553 y 1557.
El claustro se completó con un conjunto de frescos que ocupaban los treinta y dos lunetos del perímetro exterior y que junto a los del vecino claustro del tempietto constituían uno de los ciclos más extensos dedicados a la historia de san Francisco y de su orden. El conjunto fue realizado entre 1587 y 1588 por Niccolò Circignani Il Pomarancio por encargo de Costanzo Boccafuoco, cardenal titular de San Pedro in Montorio, siguiendo los códigos del manierismo toscano, con un estilo sencillo, elegante, a veces con escorzos forzados y agrupando en un mismo luneto episodios ocurridos en distintos momentos. Su interés se multiplica por su repercusión en la configuración de un programa franciscano en el contexto de la Contrarreforma católica por medio de su difusión a través de dos series de grabados, la de Francesco Villamena, publicada en 1594, y la de Philippe Thomassin publicada en 1608 y de nuevo en 1649 en castellano, que nos permiten conocer el tema de los seis lunetos originales perdidos.
A partir de este momento no se realizaron grandes obras hasta las llevadas a cabo para convertir el convento en Academia.

De convento a Academia

En el reglamento de la Academia aprobado el 7 de octubre de 1873 se incluyó una disposición transitoria que exigía al Ministro de Estado que dictara las órdenes necesarias a fin de que se habilitara en Roma local a propósito para establecer la Academia de Bellas Artes.
El director de la Academia, José Casado del Alisal, instó al administrador de los Lugares Píos a que buscara un lugar donde poder instalar la institución. Se propuso Santiago de los Españoles en plaza Navona, proyecto que no prosperaría. Ante la ausencia de una sede permanente, se decidió instalar a la primera promoción de pensionados, que habían tomado posesión en febrero de 1874, en el Palacio de España y, después, en unos locales alquilados en via della Croce.
Ante esta situación, el conde Coello de Portugal, Jefe de la Legación Española en Roma, formalizó otras propuestas que no se concretaron y realizó las negociaciones que llevaron finalmente a que la Academia pudiera tener una sede permanente en el convento de San Petro in Montorio según documento de transacción de 21 de agosto de 1876. Esto fue posible gracias a la ley italiana de 19 de junio de 1873 que extendió a la ciudad y provincia de Roma las leyes de supresión de las corporaciones religiosas vigentes en el Reino.
Se encargó del proyecto Alejandro del Herrero y Herreros, siendo remitido a Madrid para su aprobación en septiembre de 1878. No fue hasta junio de 1879, ya que hubo algunas diferencias sobre la instalación de la Academia en este lugar. Una vez recibida la aprobación por parte de Alfonso XII, se presentó el proyecto por el Conde Coello al Alcalde de Roma para el 29 de julio de 1879 “dovendo costrurre un fabbricato nell´ex Convento di San Pietro Montorio, per stabilirvi l´Accademia de Belle Arti Spagnola in Roma”. Tras el depósito de la planta proyectada para el nuevo edificio a petición de la Commissione Edilizia, el proyecto se aprobó el 30 de septiembre de 1879, concediéndole la licencia el 8 de octubre de 1879. Consistía en envolver en una nueva piel el edificio existente, creciendo en altura un piso en sus lados norte, este y oeste y añadiendo dos torres que flanquearan la fachada norte. Esta fachada se convertía en la parte más representativa de la Academia por su visibilidad desde la ciudad de Roma, articulándose en cuatro niveles: el inferior realizado en almohadillado y con tres grandes arcos que soportaban la fachada, la planta baja que se prolongaba hacia el oeste con dos estudios de escultura a nivel del jardín, que facilitaría el acceso de materiales pesados, la planta noble con sala de exposiciones iluminada con tres ventanales en la parte superior e iluminación cenital por medio de claraboyas, que a su vez estaría flanqueada por dos estudios de pintura de techos altísimos y dos torres ocupadas también por dos estudios de pintura, que al estar orientados al norte proporcionarían una luz idónea. La intervención se podría clasificar dentro de un eclecticismo historicista con referentes en el renacimiento italiano e incluía tres relieves con alegorías a las bellas artes, rematándose la fachada con la inscripción “Academia de España” y el escudo de Alfonso XII. La entrada a la Academia se realizaba por la puerta del claustro del tempietto. Esta estaba destinada a albergar a los sacerdotes que se debían de ocupar del culto de la iglesia.
Las obras comenzaron en 1879 y aunque el 1 de enero de 1881 ya estaba instalado en la Academia el director junto a los pensionados, se inauguró oficialmente el 23 de enero de 1881. Ese día, después de los actos oficiales, se visitaron los estudios de los pensionados, pensando el director que sería esto más conveniente por no estar muchos de sus trabajos terminados, realizándose el primer “Open studio” de la institución.

Ampliación de 1930

Hasta la llegada de Miguel Blay como director en 1926 no se plantearon nuevas obras de reestructuración y ampliación bajo la dirección de su hijo Jaime, que redactó el proyecto en ese mismo año. Fue a partir de 1930, con algunas modificaciones en el planteamiento original, cuando se construyó el actual pabellón de entrada, que entonces albergaba también un estudio para el director, que garantizó una entrada para la Academia independiente de los frailes. Se levantó un piso más de altura en el claustro para vivienda del director y del secretario. También se realizó una nueva ala en el jardín, en la zona de los dos estudios de escultura, añadiendo tres estudios y un gimnasio más diez habitaciones en el piso superior. Se cerró definitivamente el ingreso a la Academia desde la zona baja de Vía Garibaldi debido a las quejas de la policía fascista que alegaba que se usaba para la entrada y salida de modelos entre las que estaban prostitutas trasteverinas.

Obras en los años 40

En 1942, con proyecto de José Ignacio Hervada, se comenzaron una serie de reformas en el ala del jardín para alojar convenientemente a los futuros pensionados (recuérdese que oficialmente las pensiones se suspendieron en 1936 debido a la Guerra Civil y que no llegaron nuevos pensionados hasta 1949). Mejoró la iluminación, ventilación y tamaño de las habitaciones de los pensionados por medio de balcones en travertino, planeó también una terraza solario, en parte porticada y rematada con una balaustrada panorámica, pensada para que los artistas practicasen ejercicios al aire libre o descasaran de su trabajo.
El Villino del extremo del jardín que Blay había dejado inconcluso lo concibió como garaje y vivienda del jardinero y de los radiotelegrafistas que en ese momento trabajaban en la Academia con sus respectivas familias y, eventualmente, del portero y sus parientes.
Tras la suspensión de las obras debido a la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de la Academia por parte de exiliados, las obras se concluyeron en 1949 bajo la dirección de Luis M. Feduchi.
A partir de aquí la Academia ha mantenido su aspecto general, si bien periodicamente se han realizado obras para contrarrestar el natural deterioro y para adaptar algunos espacios a nuevos usos y necesidades.