HISTORIA DE LA MUJER EN LA ACADEMIA

Desde el año de su fundación, en 1873, la Academia de España en Roma ha acogido un total de 943 residentes de disciplinas diversas. De todos ellos, únicamente una tercera parte son mujeres, concretamente  314.

Durante más de medio siglo, ninguna mujer disfrutó una pensión de la Academia. La primera fue la compositora María de Pablos Cerezo, en 1928. Hubo que esperar casi cuarenta años más la llegada de la segunda, María Teresa Peña Echeveste, pensionada por la pintura de figura en 1965. Un año después se uniría a ella la historiadora del arte Aida Anguiano de Miguel y, en 1967, la restauradora Carmen del Valle Galbán.

Si la incorporación de mujeres a la Academia ha sido un proceso demasiado lento y fatigoso, los últimos años del siglo XX han sido testigos del inicio de la inversión de esa tendencia. El número de mujeres al terminar el siglo se había elevado a 158, aproximadamente el 17 por ciento del total de pensionados. En lo que llevamos de siglo XXI, ya han pasado por nuestra institución 360 residentes; de ellos, 204 son hombres y 156 mujeres, es decir, alrededor del 43 por ciento. Aunque este incremento ha elevado el porcentaje total de presencia femenina en la Academia desde su fundación a un 33 por ciento, aún estamos lejos de la paridad ideal. No obstante, la presencia cada vez mayor de mujeres entre los creadores, restauradores e investigadores que nos acompañan cada año, apunta indefectiblemente a la superación de la deuda histórica de esta institución respecto a la consecución del objetivo de la igualdad de géneros.